(Es imposible romper un espejo invisible.)
sábado, 7 de diciembre de 2013
Sabía que el causante de todo
aquello fue el reflejo del espejo enmarcado en madera de roble sin
barnizar que presidía el salón de mi memoria. Me vino a la
cabeza el cóctel de recuerdos con el que tantas veces alcoholicé mis
venas en el lugar que no quería ser tiempo, y en el instante que no
quería ser recuerdo. Acabaron por pudrirse en mi mente realidades que
nunca habían sido y que, bueno, no serían jamás. Cerré el
puño. Me armé de valor, alcé el brazo e, inmediatamente, me eché a
llorar.
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