martes, 17 de diciembre de 2013

LUDOPATÍA.

¿Qué tenía que te volvía totalmente dependiente de él?
Quizás era su olor en cualquier momento del día,
la profundidad de sus ojos cuando se le dilataban las pupilas al verte,
el tono de su voz cuando llegaba,
o el de cuando se iba.
Quizás su capacidad de hacer temblar tus piernas
con esa media sonrisa tan propia de él, 
la sensación que tenías de que era bueno a todo,
o su respiración entrecortada detrás de tu oreja.
Quizás la amplitud de sus hombros,
entre los que sentías que nada malo podía pasarte,
la combinación de fuerza y suavidad de sus manos
o el temblor de éstas que sentías siempre en tu cintura,
o quizás la perfecta coreografía de los dedos
con los que jugaba con tu pelo...
Quizás la perfecta ortografía 
de sus notas de "Tuve un imprevisto, siento no haber aparecido a tiempo" 
o de "¿A las ocho en el Sirocco?",
o ese juego de roles
en el que actuabais como dos completos desconocidos... 
Yo apuesto a que, simplemente,
eran tantos juegos los que os traíais,
que él, realmente, tuvo la picardía 
o la suerte de que se le dieran muy bien.
¡Vaya!
Y mientras tú, que no te dabas cuenta
o no querías hacerlo,
aceptabas las derrotas como quién no pierde nada.
"Oh, ¡qué bueno eres...!"
Como si no supieras de sobra que habías apostado 
a todo o nada
tu corazón.
Lo peor de esta partida interminable 
no era sólo que él ganase siempre,
o que ella acabara dejándose ganar.
Sino que ambos, queriendo o no,
estaban entrando en un círculo vicioso
del que, sobre todo al que pierde
(pero incluso al que gana),
acaba resultando imposible salir.
Porque eso es lo que él tenía,
sabías,
ese maldito poder de crear(te) adicción.

Y ya os podéis imaginar el resultado, ¿verdad?
Nada más lejos de la realidad,
después de caer varias veces y aceptar la derrota
te diste cuenta de que lo que él llevaba apostado
no era nada comparado con lo que tú ya habías perdido.
Lo viste, ¿no?
¿Y qué puedo decir?
Si yo ya conozco el final de la historia...

Él jugaba con tus sentimientos.
Tú acabaste aprendiendo a hacer trampa.


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